• Las elecciones primarias o internas en los partidos políticos mexicanos: ¿Vox populi, vox Dei?
• Las elecciones internas, que deberían construir un sistema democrático, han demostrado servir para lo contrario
Hugo Eric Flores
El nombramiento como Coordinador Nacional de Defensa de la Transformación en Morena es una “elección primaria” para decidir quién será la o el Candidato Presidencial de este partido. Las elecciones primarias se legalizaron en Mexico en la reforma electoral de 2007, se establecieron periodos claros de pre-campañas, se limito el tiempo de las campañas políticas y se propuso un nuevo sistema de fiscalización. El objetivo de esa reforma electoral era establecer periodos claros para que los candidatos no se adelantaran en sus campañas y se descompusiera el ambiente político; no se usaran recursos públicos; no se utilizaran los cargos públicos como trampolín; y, se fiscalizaran los recursos utilizados tanto en precampañas como posteriormente en la campaña electoral. Todas esas reglas, muchas de ellas promovidas por el PRD, en ese entonces el partido del Lic. Andres Manuel Lopez Obrador, están siendo violadas por la adelantada pre-campaña presidencial de MORENA.
Es importante recordar que se venía de un escándalo electoral donde la dudosa victoria de Felipe Calderón, por decir lo menos, tuvo como consecuencia importantes reformas para llenar vacíos legales y provocar un piso parejo entre los contendientes. Se buscaba, con esa reforma, la creación de elecciones primarias controladas en tiempos y en dineros. Sin duda, la idea era buena pues los partidos políticos tendrían un mecanismo legal para realizar elecciones primarias y/o internas que les permitiera después postular a sus candidatos ya de manera oficial. En teoría, las elecciones primarias son mecanismos internos de los partidos que permiten a “sus propios militantes” elegir a sus candidatos. Lo cierto es que esta legislación se convirtió en letra muerta porque los deformados partidos políticos en Mexico, ante la complacencia de las autoridades electorales, lo han utilizado mas como un periodo de promoción que de elecciones internas.
Esa idea de promover la democracia interna entre los partidos para que fuera su propia militancia la que eligiera a sus candidatos también quedo sepultada. Nunca entenderé porque el actual Presidente Lopez Obrador quien contribuyo de manera significativa para moldear las reglas de la legislación electoral, para hacerlas mas equitativas, mas justas, y que son parte del legado del movimiento que empezara Cuauhtémoc Cardenas, hoy se empeña en destruirlas. No entiendo porque destruir su propio legado.
Teóricamente las elecciones primarias deben ayudar a los partidos políticos a construir su plataforma política; a promover la competencia interna; a impulsar la participación ciudadana; y, a ayudar a perfeccionar el sistema democrático de un país. Con el contacto con su base electoral los partidos “construyen su plataforma”, crean su oferta política reflejando los diversos intereses, ideología y preferencias de los miembros de un partido. Es la oportunidad directa de la militancia de influir en la construcción de ideas de gobierno pues el diálogo regional permite tener una visión integral del país.
Por otra parte, una elección interna debe “promover la competencia política” entre los diversos grupos de interés que confluyen al interior de un partido. Con la primaria se inyecta una dosis saludable de competencia y obliga a los contendientes a diferenciarse entre ellos mismos, a demostrar sus capacidades y acercarse a los votantes de manera directa. Se prepara con esta elección el camino que habrá de seguir en la competencia con otros partidos políticos. Deben las primarias “impulsar la participación ciudadana” al promover la participación directa de sus militantes quienes se vuelven ciudadanos activos en el proceso político. Las voces se oyen y contribuyen en el proceso de decisión partidista fortaleciendo la cohesión del partido.
Finalmente, las elecciones internas de los partidos políticos deberían servir para “perfeccionar el sistema democrático del país” al tender un puente entre los ciudadanos y los partidos. Son tiempos para refinar el mensaje, para probar sus estructuras de movilización, para construir sus estrategias de campaña y para reforzar la calidad de sus candidatos. Todo esto, sin duda, servirá para dar credibilidad y fortalecer el sistema de partidos políticos y por ende perfeccionar el sistema democrático de Mexico.
Desafortunadamente ninguna de estas cuatro virtudes que he analizado han aparecido en las elecciones internas presidenciales de los partidos políticos mexicanos en los últimos sexenios. Lo dire rápido y contundentemente: no han triunfado los partidos como instituciones políticas sino los “hijos desobedientes”. Incluso no importando que a la postre los partidos oficiales perdieran la elección constitucional o quedaran fisurados y hasta fracturados. Hagamos un repaso histórico muy rápido de las sucesiones presidenciales de los últimos sexenios.
La primera elección interna en la historia del PRI para postular candidato presidencial para la elección del 2000 se dio entre Francisco Labastida y Roberto Madrazo; gano el primero pero a la postre perdería la elección presidencial ante las fisuras que dejo el proceso interno. En el 2006, AMLO desplazo al fundador del movimiento democrático contemporáneo Cuauhtémoc Cardenas quien buscaba su tercera participación como candidato presidencial, y la unidad de la izquierda tuvo una fuerte abolladura. En esa misma elección, el PRI repitió la dosis ahora entre Roberto Madrazo y Arturo Montiel, los resultados fueron desastrosos, se fueron a tercer lugar. En el PAN, la interna se dio entre el candidato del entonces Presidente Vicente Fox, Santiago Creel, y “el hijo desobediente” Felipe Calderón, gano el segundo, pero la unidad del PAN se rompió para siempre. A Calderon le repitieron la dosis y tuvo a su propia “hija desobediente”, Josefina Vazquez, que le ganaría la primaria a su delfín, Ernesto Cordero, después Josefina perdería la elección presidencial.
En conclusión, cada vez que los partidos políticos han hecho elecciones primarias terminan con fisuras graves y en varios casos con fracturas que después los llevan a elecciones cuestionadas, o incluso, hasta perder elecciones. La pregunta sería ¿porque una elección interna que debería fortalecer a un partido ante su propio electorado y ante la ciudadania termina en el fracaso electoral de los partidos? La respuesta es sencilla: en su elección interna se llenan de lodo, no les importa el desprestigio de su compañera o compañero de partido. Después las estructuras desilusionadas de los derrotados se venden al mejor postor y abandonan generalmente al candidato de su propio partido. No les importa que su partido pierda, es mas hasta gozan su derrota. La otra gran conclusión de este análisis muy mexicano es que generalmente “los hijos desobedientes” ganan las elecciones primarias de sus partidos pero pierden las elecciones constitucionales, o si las ganan, se quiebra la unidad para siempre de sus partidos.
La expresión “vox populi, vox Dei”, usada durante siglos, significa que la voz de la gente, que la voz, del pueblo revela la voluntad de Dios. El pueblo esta dotado de facultades ocultas de sabiduría para tomar decisiones, no es conveniente oponerse a ella, credo del cual, por cierto, es devoto el Presidente Lopez Obrador. “La sabiduría de las multitudes”, como le llaman algunos, realmente no es una expresión bíblica sino de la propia opinión popular. Sin embargo, si podríamos pensar que en las historias bíblicas tiene algún fundamento. Como la unción de Saul como rey de Israel, el pueblo clamaba por un rey “como los otros pueblos” y Dios se los concedió a sabiendas que tendrían consecuencias graves. La voz del pueblo fue la de Dios. Poco tiempo después esa misma voz coreaba “Saul mato a sus miles y David a sus diez miles,” ya había virado a otro liderazgo, no era Saul era David. El capítulo 13 del libro de Romanos es una disertación paulina digna de un análisis mas amplio, que abordare en otra entrega, solo comentare en esta ocasión que para los cristianos no hay autoridad gubernamental que se levante sin un propósito divino.
A AMLO ya se le descompuso la elección primaria porque hay un “hijo desobediente.” Se empieza a repetir la historia y las “corcholatas” con tal de ganar empiezan a llenar de lodo la interna de MORENA. No se lo merecía la izquierda y mucho menos su candidata que tendrá en las próximas semanas un desafío tremendo: no perder su ventaja, no prestarse al desgaste de la guerra sucia de la propia campaña y mantener la unidad de su partido. Las elecciones primarias que deberían de construir una robusto, inclusivo y sensible sistema democrático han demostrado servir justo para lo contrario. En Mexico cada vez que los partidos convocan a elecciones internas la voz del pueblo no ha sido necesariamente la voz de Dios: Vox populi non vox Dei.