Opinión de Carlos Iván Arenas Ángeles para El Regional
El 12 de julio se conmemoró el día del Abogado en México. Por ello mi más amplio reconocimiento y mis felicitaciones a todos los profesionales del derecho que se caracterizan por su rectitud y compromiso con los principios de la lealtad, la justicia, la libertad, la igualdad y la democracia. Su contribución en la protección de la dignidad humana es invaluable. Pero siempre con la ética por delante, con el mejor esfuerzo por cumplir la tarea encomendada, con independencia en el actuar para obedecer sólo a la ley y a sus mandamientos. Pues un abogado que no es independiente, no importa la actividad en la que se desempeñe, falta no solo a su cliente y a sí mismo, sino incumple con su más alto valor de construir y preservar el Estado de Derecho en el respeto incondicional de los derechos de todos, de la paz social y de su propia valía como ser humano.
Por mi parte, como abogado que tengo el gran privilegio y la enorme responsabilidad de formar parte del Tribunal Superior de Justicia, y a mis casi 30 años de servicio público, que no deben confundirse con un sentido patrimonialista sino de vocación de servir y por la justicia, manifiesto mi plena convicción de que la independencia del poder judicial es un componente esencial del derecho a un juicio imparcial y del estado de derecho.
El requisito de la independencia e imparcialidad de los magistrados y jueces no es una prerrogativa ni un privilegio que se les reconozca a los jueces en su propio beneficio, sino que se justifica por la necesidad de que puedan ejercer su función como guardianes del Estado de derecho y de los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas.
Como tal, la independencia del Poder Judicial debería ser considerada por todos los ciudadanos y toda Institución del Estado como una garantía de verdad, de libertad, de respeto de los derechos humanos y de justicia imparcial, libre de influencias.
Así que la independencia de los jueces no depende exclusivamente del recto actuar y convicciones propias de los juzgadores, sino que esté enmarcada en las circunstancias favorables que lo permitan, no sólo facilitándole su trabajo, sino dándoles la ineludible seguridad de que serán respetados en sus decisiones, en su permanencia en el cargo, en su integridad personal, en tener remuneraciones y condiciones de retiro razonables y dignas, que le permitan tener la humana tranquilidad para reflexionar sus análisis y decisiones sin presiones ni internas ni externas que doblen la vara de la justicia.
Cabe recordar que día con día debemos luchar, con la mayor persuasión, con el mayor carácter, y con la mayor vehemencia, para cumplir y hacer cumplir la Constitución, para que todo aquel que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche y lo defienda contra el arbitrario; y para servir a la sociedad, tutelando ese principio jurídico que permea en todo el ordenamiento, pero también como un derecho fundamental que debe ser respetado en todo caso, cuya importancia resalta al ser la base y condición para el disfrute de los demás derechos y el desarrollo integral de la personalidad.
Por último cito a Piero Calamandrei; en su obra El Elogio de los jueces escrito por un abogado, de la siguiente forma: “…me parece que entre todas las profesiones que los mortales pueden ejercer, ninguna otra puede ayudar mejor a mantener la paz entre los hombres que la del juez que sepa dispensar aquel bálsamo para todas las heridas, que se llama justicia”.
Por esto, también, al final de mi vida, dice Calamandrei, me puede parecer solitario, dulce y sereno; porque sé que la conciencia de haber empleado la parte mejor de mí mismo en procurar la justa felicidad de los demás, me dará tranquilidad y esperanza en el último suspiro.
Así que me voy después de haber transitado por los tres poderes del estado, concluyendo mis servicios como Magistrado en uno de los poderes más importantes; Porque este tiene la más alta responsabilidad que es la de impartir Justicia.
Muchas gracias a Todas y Todos.
Hasta aquí: “Justicia y Libertad”
Carlos Iván Arenas Ángeles.
Magistrado y Director de la Escuela Judicial.
TSJ Morelos.